En el aula, hemos involucrado a los niños y niñas en el montaje de nuestros nuevos taburetes. Esta actividad fomenta su autonomía, permitiéndoles sentirse parte del espacio y responsables de su entorno. Más allá del montaje físico, esta tarea activa funciones ejecutivas clave como la planificación, la memoria de trabajo y el control inhibitorio, ya que deben seguir instrucciones específicas, mantener el enfoque y resolver problemas.
Al asumir estas responsabilidades, mejoran su capacidad de gestión del tiempo y aprenden a trabajar en equipo, lo que también fortalece la flexibilidad cognitiva al adaptarse a los desafíos del proceso.
El valor de la autonomía en el aula:
Fomentar que niñas y niños monten sus propios taburetes no solo les enseña habilidades prácticas, sino que les ayuda a sentir que el aula es verdaderamente suya. La disposición de los muebles, la elección de los materiales y su propio montaje son pequeños gestos que les permiten experimentar la responsabilidad y el sentido de pertenencia. Cuando sienten que forman parte de la construcción del aula, el espacio deja de ser solo de la maestra y se convierte en un entorno compartido, donde las reglas, los recursos y las decisiones se toman en conjunto.
Impacto en el rendimiento académico y clima de aula:
Estudios neuroeducativos demuestran que la autonomía fomenta el desarrollo de las funciones ejecutivas. Al asumir la responsabilidad de una tarea concreta, como el montaje de mobiliario, los niños y niñas trabajan su planificación, atención, control inhibitorio y toma de decisiones. Estas competencias no solo mejoran su rendimiento académico, sino que generan un clima emocional donde el alumnado se siente valorado y capaz. Esto les permite, además, experimentar el aprendizaje desde una perspectiva más activa y comprometida.
El aula como espacio de ellos y ellas:
Cuando los niños y niñas participan en la organización física del aula, sienten que este espacio les pertenece. Crear el aula juntos fortalece el sentido de comunidad y colaboración. Ya sea en la disposición de los juegos, los materiales o los muebles, actividades como esta potencian el trabajo en equipo y el sentido de responsabilidad compartida.
Permitir que niñas y niños participen en el diseño de su propio entorno no solo les hace sentir que tienen voz, sino que les empodera para ser agentes activos de su propio aprendizaje. Como decía María Montessori:
"Cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para el desarrollo."