Con la llegada del invierno, los caracoles y las lluvias invitan a la calma
El invierno trae consigo las lluvias, y en el huerto del colegio, los caracoles salen a pasear, recordándonos que no todo tiene que hacerse deprisa. Así como los caracoles se mueven lentamente, a veces, los niños y niñas también necesitan avanzar a su propio ritmo, sin presionar. Tomarse tiempo para aprender, explorar y disfrutar es fundamental para su desarrollo. Este ritmo pausado nos enseña la importancia de la paciencia , de detenernos para observar el entorno, y de hacer las cosas con calma.
Al igual que los caracoles llevan su casa consigo, los niños y niñas cargan con sus experiencias, emociones y pensamientos. En lugar de apurarlos, debemos aprender a acompañarles en su propio proceso . En el aula, este respeto por los tiempos de cada uno ayuda a fomentar un ambiente de seguridad y confianza, permitiendo que los estudiantes florezcan de manera natural y saludable.
En la educación, hay momentos en que la velocidad no es la respuesta. Los niños y niñas necesitan la oportunidad de aprender despacio , de reflexionar y absorber lo que les rodea, para crecer desde dentro. Así como el caracol se mueve con serenidad, los procesos de aprendizaje deben tener espacio para la pausa, el error y la contemplación. La vida, al igual que un paseo bajo la lluvia, puede ser más enriquecedora cuando la vivimos a nuestro propio ritmo.
La importancia de aprender al aire libre y en contacto con la naturaleza es indiscutible. Las experiencias directas con animales, plantas e insectos en su entorno natural aportan aprendizajes que van más allá de los libros. En el huerto, observe cómo los caracoles se deslizan lentamente nos enseña la importancia de respetar el ritmo individual de cada niño y niña. La naturaleza ofrece un aula sin paredes, donde la curiosidad y el asombro son los motores del conocimiento.
Además, el contacto con animales e insectos fomenta el respeto por el entorno y estimula la curiosidad científica. Los caracoles, por ejemplo, nos recuerdan que avanzar despacio también es avanzar. En este proceso, se trabajan funciones ejecutivas como la atención y el control inhibitorio, al enfoque en los detalles de los seres vivos y su comportamiento. Los niños y niñas no solo aprenden biología, sino también valores de paciencia, observación y respeto por el mundo que los rodea.
Estas actividades al aire libre estimulan la creatividad y la resolución de problemas, permitiendo a los estudiantes interactuar con la realidad de manera práctica. A través del juego y la observación, los pequeños desarrollan competencias emocionales y cognitivas mientras disfrutan del entorno natural. Tocar la tierra, sentir el viento y descubrir nuevos seres vivos son experiencias que ayudan a conectarse con el mundo de una forma más integral.
"En cada paseo por la naturaleza uno recibe mucho más de lo que busca"
John Muir.